El domingo, 1 de noviembre se llevó a cabo un Servicio de Oración virtual presidido por el Arzobispo José H. Gomez en Calvary Cemetery en el este de Los Ángeles, comenzando la celebración anual del “Día de los muertos” en los cementerios católicos de la Arquidiócesis de Los Ángeles en la primera semana de noviembre.

Debido a las medidas sanitarias provocadas por el coronavirus (COVID-19), el servicio fue celebrado sin la presencia de los feligreses y transmitido por todo el país a través de EWTN y las plataformas digitales de la Arquidiócesis. El formato virtual brindó a las familias la oportunidad de celebrar desde sus casas una tradición Católica llena de fe y cultura.

“Seguimos viviendo bajo la sombra de la pandemia del coronavirus,” recordó el Arzobispo Gomez en su reflexión durante el servicio. “Esta noche recordamos a todos aquellos cuyas vidas se han perdido durante estos largos y sombríos meses.”

Durante el servicio se proclamaron dos lecturas, un salmo, y un evangelio de San Juan (Juan 11: 17-27). Al finalizar el Evangelio el Arzobispo José H. Gomez rezo ante la Santísima Virgen, para pedir por la liberación de la pandemia. Después escuchamos el himno del Ave María y el Arzobispo José H. Gomez colocó un ramo de rosas blancas a San Juan Diego y un ramo de rosas rojas a la Santísima Virgen de Guadalupe. Antes de su bendición el Arzobispo dijo que “este tiempo es de oración” e invitó a seguir “unidos en oración durante estos tiempos difíciles”.

Ernesto Vega, quien condujo el evento, explicó que la celebración del día de los muertos es católica, mencionando que es “debido al abrasamiento de las dos civilizaciones y que esto trajo consigo la espiritualidad y los elementos culturales, enriquecedores de cada una.”

“Esta celebración es solo un espacio para recordarnos que somos una comunidad con los que ya se fueron y con los que estamos aquí”,  añadió Vega, coordinador del Ministerio de Formación de Fe para Adultos de Habla Hispana de la Arquidiócesis de Los Ángeles.

Altar del día de los muertos tradicional (Arquidiócesis de Los Ángeles)

El Arzobispo Jose H. Gomez en su homilía recordó a San Pablo “Sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él”. Con estas palabras él mencionó “como Jesús murió y resucitó” y que “¡nuestros cuerpos no se quedarán en el sepulcro! Invitó a tener esperanza y a tener en cuenta que “nunca nos defraudará.” Y que el amor de Jesus . ¡Es más fuerte que la muerte!

El Arzobispo José H. Gomez invitó a  “¡traer la luz!” y también que como iglesia estamos llamados “a anunciar la vida y la alegría, porque sabemos,  ¡que nuestro Redentor vive! Es necesario que llevemos esta buena noticia a todos en nuestro mundo.”

La celebración estuvo llena de color y música. Colores que fueron dados por los altares llenos de flores de cempazuchitl, papel picado, veladoras y diversas fotografías de nuestros fieles difuntos y un tapete de aserrín con la imagen del Beato Carlo Acutis quien fue beatificado el pasado 10 de octubre por el Papa Francisco. Altares donde conmemoraban a diferentes personas entre ellas Vanessa Guillén la soldado fallecida en abril en la base militar de Fort Hood, Kobe Bryant y su hija Gigi.  La música de la celebración fue acompañada por el Mariachi Charro de Oro quienes deleitaron a los participantes con música litúrgica.

Tapete de aserrín con la imagen del Beato Carlo Acutis (Arquidiócesis de Los Ángeles)

Diferentes personas fueron las responsables de encender velas, las cuales conmemoraban las diferentes peticiones dichas en la celebración. Dichas velas fueron puestas al pie de los altares, los cuales en un momento solemne el Arzobispo Jose H. Gomez bendijo.

Arzobispo José H. Gomez recitando la oración a la Santisima Virgen María (Arquidiócesis de Los Ángeles)

La presencia de la Santísima Madre la Virgen María no puede quedar de lado, y se recordó con estas palabras del Arzobispo José H. Gomez  “Le pedimos a María, nuestra Madre Santísima, que ella nos guarde en su Corazón Inmaculado. Que nos acerque a Jesus y a la alegría de su resurrección y que ore por nosotros “ahora y en la hora de nuestra muerte”.