The time has come for our leaders in Congress to do what isrnright and pass legislation that will provide a permanent solution for thernnearly 2 million young people who were brought to this country as smallrnchildren by undocumented parents or family members.
Farrnfrom Washington, on the other side of the country, the issue of these youngrnpeople, known as Dreamers, is urgent.
Morernthan one quarter of the Dreamers live in California and by most estimates therernare about 125,000 living within the borders of the Archdiocese of Los Angeles —rnmore than anywhere else in the country.
This week, my brother bishops and I are announcing ourrnsupport for the “Uniting and SecuringrnAmerica (USA) Act of 2017” (H.R. 4796). This is one of four bills introduced tornreplace thernDeferred Action for Childhood Arrivals (DACA) program, which protects thernDreamers from deportation and provides them permission to work. PresidentrnDonald Trump ended the DACA program on March 5, although his decision has beenrnchallenged in the courts.
The USA Act is compromise legislation that hasrnbipartisan support. It would strengthen security along America’s bordersrnthrough the use of electronic and other technologies and improve U.S. effortsrnto assist the economies in Central American nations. These are importantrnmeasures that my brother bishops and I have been advocating for years.
The USA Act would also permanently protect Dreamersrnfrom deportation and provide them a path to finally become citizens in ourrncountry.
I am urging the Speaker and the Majority Leader of the Housernof Representatives to allow debate on this critical issue.
For several years now, immigration reform has been blockedrnin the House by a small group of lawmakers who are using their leverage tornprevent any legislation from being brought up for a vote on the House floor.
This situation is not fair and in fact it frustrates thernwill of the American people.
There is broad bipartisan support — in the country and inrnCongress — to resolve this issue. Opinion polls show that three-out-of-four Americansrnsupport granting these young people a permanent legal status.
In addition, state and local chambers of commerce andrnbusiness leaders representing every sector of the economy have all urgedrnCongress to help these people.
So, there is no reason for the House of Representatives, thernpeople’s chamber, to continue to deny a vote on this issue.
This is not about Republicans or Democrats. It is aboutrnright and wrong.
As I have been saying for years now, both parties are usingrnthis issue for their own political gain. Even now, we can see there are still somernwho seem content to sacrifice the Dreamers’ futures for the chance to mobilizernvoters in the next election.
This is heartless and cruel. It is time to stop. People’srnlives are in the balance.
These young people did nothing wrong and yet they have spentrntheir entire lives in a kind of legal limbo, with limited rights andrnopportunities and no certainty about their future.
By anyrnmeasure, these are the kind of young people that our country should bernencouraging. Nearly everyone — 97 percent — is either in school or in thernworkforce. Many serve in our armed forces and law enforcement.
Our country is the only country these young people know —rnmany are now in their 30s — and they are Americans in everything except forrntheir legal status.
It is long past time for this country to do the right thingrnand welcome them to make their own contribution to the American dream.
My brother bishops and I would prefer a “clean” bill thatrnwould simply grant legal status and a path to citizenship for the Dreamers.
But this is no longer realistic. The longer these debatesrndrag on, the greater the risk that Congress will do nothing before November’s mid-termrnelections. And it is unconscionable to allow another year to pass without findingrna solution.
The USA Act represents a good-faith compromise on both sidesrn— trading assurances for the Dreamers in exchange for border-security improvements.
We have at this moment a bipartisan way forward that willrnstrengthen America’s borders, improve conditions in Central America that arernroot causes of illegal immigration, and will offer compassion to those who haverncome here seeking a better life.
This is a victory for common sense and our common humanity. Itrnis time for those standing in the way of a solution to stand down.
Pray for me this week and I will be praying for you. And letrnus join together in praying for the leaders of our great country.
Let us ask our Blessed Mother Mary to intercede for us andrnguide our leaders to do what is right.
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Éste es el momento para un acuerdo sobre DACA — Aprobar el Acta USA
Ha llegado elrnmomento para que nuestros líderes en el Congreso hagan lo correcto y apruebenrnuna legislación que proporcione una solución permanente para los casi 2rnmillones de jóvenes que fueron traídos a este país por padres o familiaresrnindocumentados cuando eran ni√±os peque√±os.
Lejos dernWashington, en el otro extremo del país, el asunto de estos jóvenes, conocidosrncomo Dreamers o So√±adores, es urgente.
Más de unarncuarta parte de los So√±adores vive en California y, seg√∫n la mayoría de losrncálculos, hay alrededor de 125,000 que viven dentro de las fronteras de larnArquidiócesis de Los Ángeles, más que en cualquier otra parte del país.
Esta semana,rnmis hermanos obispos y yo anunciamos nuestro apoyo al “Acta Uniendo yrnAsegurando a Estados Unidos de 2017” (H.R. 4796), una de las cuatro propuestasrnde ley para reemplazar el programa de Acción Diferida para los Llegados en larnInfancia (DACA, por sus siglas en inglés), que protege a los So√±adores de larndeportación y les proporciona el permiso para trabajar. El presidente DonaldrnTrump le dio fin al programa DACA el 5 de marzo, aunque su decisión ha sidorndesafiada en los tribunales.
El Acta USA esrnuna legislación de negociación que tiene un apoyo bipartidista. Esta leyrnfortalecería la seguridad a lo largo de las fronteras de Estados Unidosrnmediante el uso de electrónica y otras tecnologías, y mejoraría los esfuerzosrnde Estados Unidos por apoyar a las economías de las naciones centroamericanas.rnEstas son medidas importantes, que mis hermanos obispos y yo hemos estadornabogando durante a√±os.
El Acta USArntambién protegería permanentemente a los So√±adores de la deportación y lesrnproporcionaría un camino para convertirse finalmente en ciudadanos de nuestrornpaís.
Exhorto alrnPresidente y al Líder de la Mayoría de la Cámara de Representantes a quernpermitan el debate sobre este tema crítico.
Desde hacernvarios a√±os, la reforma migratoria ha sido bloqueada en la Cámara dernRepresentantes por un peque√±o grupo de legisladores que están utilizando surninfluencia para evitar que cualquier legislación sea sometida a votación en larnCámara de Representantes.
Esta situaciónrnno es justa y, de hecho, frustra la voluntad del pueblo estadounidense.
Existe unrnamplio apoyo bipartidista para resolver este asunto, tanto en el país como enrnel Congreso. Las encuestas de opinión muestran que tres de cada cuatrornestadounidenses apoyan el otorgarle a estos jóvenes un estatus legalrnpermanente.
Además, lasrncámaras de comercio estatales y locales y los líderes empresariales quernrepresentan a todos los sectores de la economía han exigido que el Congresornayude a estas personas.
Por lo tanto,rnno existe ninguna razón para que la Cámara de Representantes, la cámara delrnpueblo, contin√∫e negando una votación sobre este asunto.
Esto no se tratarnde republicanos o demócratas. Se trata de lo que es correcto o incorrecto.
Como he estadorndiciendo durante a√±os, ambos partidos están usando este asunto para su caudalrnpolítico. Incluso ahora, podemos ver que todavía hay algunos que parecen estarrnsatisfechos con sacrificar el futuro de los So√±adores por la posibilidad derninfluenciar a los votantes en las próximas elecciones.
Esto es algorndescorazonado y cruel. Es tiempo de parar esto. La vida de personas está enrnjuego.
Estos jóvenesrnno hicieron nada malo y sin embargo han pasado toda su vida en una especie dernlimbo legal, con derechos y oportunidades limitados y sin ninguna certeza sobrernsu futuro.
Por dondernquiera que se mire, éste es el tipo de jóvenes que nuestro país debería estarrnanimando. Casi todos, el 97 por ciento, están en la escuela o en la fuerza derntrabajo. Muchos prestan sus servicios en nuestras fuerzas armadas y en lasrnfuerzas del orden.
Nuestro país esrnel √∫nico país que estos jóvenes conocen, muchos ahora tienen más de 30 a√±os, yrnson estadounidenses en todo, excepto en su estatus legal.
Ya es tiempo dernque este país haga lo correcto y los acoja para que ellos hagan su propiarncontribución al sue√±o americano.
Mis hermanosrnobispos y yo preferiríamos un proyecto de ley “limpio” que simplemente lernconcediera a los So√±adores un estatus legal y un camino a la ciudadanía.
Pero esto ya nornes algo realista. Mientras más se prolonguen estos debates, mayor será elrnriesgo de que el Congreso no haga nada antes de las elecciones de mitad dernperíodo de noviembre. Y es simplemente inadmisible permitir que pase otro a√±ornsin encontrar una solución.
El Acta USArnrepresenta un acuerdo de buena fe entre ambas partes, ofrece seguridad a losrnSoñadores a cambio de mejorar la seguridad fronteriza.
En este momentorntenemos un camino bipartidista que fortalecerá las fronteras de los EstadosrnUnidos, que mejorará las condiciones en Centroamérica, que son las causasrnfundamentales de la inmigración ilegal, y que ofrecerá compasión a aquellos quernvinieron aquí en busca de una vida mejor.
Esta es unarnvictoria para el sentido com√∫n y para nuestra lesa humanidad. Ya es tiempo dernque aquellos que están impidiendo lograr una solución, dejen de hacerlo.
Oren por mírnesta semana y yo estaré orando por ustedes. Y unámonos en oración por losrnlíderes de nuestro gran país.
Pidámosle a nuestrarnSantísima Madre María que interceda por nosotros y que guíe a nuestros líderesrnpara que hagan lo correcto.
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